Lo que la vida enseña
Esto era una vez, un rey y una reina. El rey decía que los estudiantes eran más listos e inteligentes que los soldados, y la reina, que los soldados eran más listos que los estudiantes. Así que decidieron hacer una apuesta.
Entonces el rey ordenó:
-Traedme un estudiante, el que sea, me da igual.-
Unos minutos más tarde, el rey tenía ante él a un estudiante.
-Ve al mercado y tráeme: dos reales de hay y dos de no hay.-
El estudiante extrañado le preguntó claramente:
-Pero, majestad, ¿Cómo voy a conseguir eso?-
-Tú tráemelo.-
Insistió el rey empujándolo a la salida del castillo.
Mientras se dirigía al mercado, el buen estudiante, no paraba de darle vueltas a la cabeza preguntándose cómo le iba a llevar al rey su pedido y así, dejarlo satisfecho.
Llegó al mercado y se acercó al puesto de las semillas diciendo:
-¿Me puede dar dos reales de hay y dos de no hay?-
-¿Te estás cachondeando de mí? ¡Tira por ahí!-
Y a punto estuvo el vendedor de tirarle una pesa a la cabeza al pobre estudiante.
Preguntó por otros puestos, pero lo mismo.
Tristemente, el estudiante no tuvo más remedio que volver al castillo y devolver los 4 reales al rey.
El rey viendo que el estudiante no lo había conseguido ordenó:
-Traedme un soldado, el que sea.-
Más tarde, un soldado entraba en el castillo.
-¿Qué desea majestad?-
Preguntó el soldado.
-Toma aquí tienes cuatro reales, quiero que vayas al mercado y me traigas dos reales de hay dos de no hay.-
-¿Qué?-
-Tú hazlo.-
Dijo el rey.
Acto seguido el soldado se fue camino al mercado. Al pasar por una churrería le dio un olor muy bueno y con el hambre que tenía...
Entró en la churrería y compró 3 reales de churros.
Cuando llegó al mercado se acercó al puesto de hortalizas y con el real que le quedaba se compró una alcachofa pinchosa y se la metió en el bolsillo.
Cuando llegó al castillo, le preguntó el rey:
-¿Lo has traído?-
Y el soldado le dijo señalando uno de los bolsillos:
-Meta usted la mano aquí.-
El rey metió su mano en el bolsillo que indicaba.
-No hay.-
Dijo el rey.
-Dos reales.-
Contestó el soldado.
-Ahora métala en este.-
Le dijo el soldado indicando el bolsillo en el que tenía la alcachofa pinchosa.
-¡Ay!-
Gritó el rey.
-Los otros dos reales.
Ya tiene los 2 reales de hay y los otros 2 de no hay.-
Dijo el soldado.
La reina ganó la apuesta, y el rey se dio cuenta de que para ser inteligente no hace falta ser un estudiante.
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